domingo, 9 de junio de 2013

El pasado en el presente : desplazamientos, cine y literatura




HOMECATALOGOPASADO EN EL PRESENTE, EL. DESPLAZAMIENTOS, CINE, LLTERATURA




DETALLE
Rastros de la memoria en lo irrecordable, porque ya pasó y porque está lejos. El exilio es una constante en nuestra historia, el exilio en el sentido amplio, los que se fueron y a los que los fueron, que se quedaron despojados. Obras literarias y cinematográficas, desde Sarmiento, en paralelo a Martí, hasta María Inés Roqué y Albertina Carri, son interpretados por la autora de este libro, trascendiendo lo descriptivo y transmitiéndonos su pasión y lucidez en el análisis del mundo cultural y su contexto.
A la vez, este libro es un mapa para situarnos cómo nos vimos y cómo nos podemos ver ahora, después de los anhelos revolucionarios, las intenciones de un país mejor, y luego la destrucción de lo que había y de parte de lo que se pensaba. Así y todo nos sorprende: la gente no ha dejado de pensar y de crear.Rastros de la memoria en lo irrecordable, porque ya pasó y porque está lejos. El exilio es una constante en nuestra historia, el exilio en el sentido amplio, los que se fueron y a los que los fueron, que se quedaron despojados. Obras literarias y cinematográficas, desde Sarmiento, en paralelo a Martí, hasta María Inés Roqué y Albertina Carri, son interpretados por la autora de este libro, trascendiendo lo descriptivo y transmitiéndonos su pasión y lucidez en el análisis del mundo cultural y su contexto.
A la vez, este libro es un mapa para situarnos cómo nos vimos y cómo nos podemos ver ahora, después de los anhelos revolucionarios, las intenciones de un país mejor, y luego la destrucción de lo que había y de parte de lo que se pensaba. Así y todo nos sorprende: la gente no ha dejado de pensar y de crear.

INDICE
Agradecimientos. Prefacio. Nación, alteridad y tránsitos. Posiciones en conflicto. La memoria airada. Bibliografía general. Material hemerográfico citado.

miércoles, 17 de octubre de 2012

La dimensión del recuerdo




Año 4. Número 11.
Mayo 2004.

51- La dimensión del recuerdo, por Paula Rodríguez Marino, Ernesto Schtivelband y Ricardo Terriles.

EXILIO ARGENTINO: ALGUNAS FIGURAS EI NTERPRETACIONES

Paula Rodríguez Marino1
Resumen:
Haremos un recorrido por las representaciones y definiciones del exilio de la dictadura y
de la posdictadura. Estos indicios, figuras y lecturas sobre cómo se ha interpretado al
exilio argentino (1974-1986) tienen el fin de sustentar que el exilio se erige como un
“problema”: ha pasado de ser un tema específico para constituirse en un espacio de
narraciones de la identidad, que se lo ha estado usando para referirse a casi cualquier
forma a de alteridad y/o modalidades no heterónomas de ciudadanía. Finalmente
sostendremos que esto se debe al mito de la transparencia del lenguaje y al reemplazo
de las identidades políticas por las culturales.
Palabras clave: exilio- historia argentina-cultura- política,
Resumo: Neste trabalho faremos um recorrido pelas representações e as definições do
exílio feito na última ditadura militar e após na posdictadura. Faremos o racconto dos
indícios, as figuras retóricas. Também das leituras que foram utilizadas para a
interpretação do exílio argentino (1974-1986) e que pretenderam apresentar ao exílio
político como um problema em si mesmo. Para isso deixou de ser um tema específico e
transformou-se numa questão que serve para descrever quase todo tipo de identidade,
seja como alteridade ou como modos não heterônomos de cidadania. Pretendemos
afirmar que este deslocamento deve-se ao mito da transparência da linguagem e, ao
mesmo tempo, à substituição das identidades políticas pelas culturais.
Palavras-chave: exílio – historia argentina- cultura- política.
Abstract: The aim of this work is make a brief of the representations and definitions of
exile during the Argentine dictatorship and postdictatorship remarking some clues,
figures and readings about the interpretation given to last Argentine exile (1974-1986).
The process of exile have been converted in a research problem itself, now it is no
longer an specific subject but a narrative configuration of any identity formulation, for
instance, identity as alterity or heternomic forms of citizenship. At last but not least, the
objective pretends to sustain that this displacement is the result of the myth concerning
the language as a transparence phenomena and process and from the replacement of the
politic identities for the cultural ones.
1 Doctoranda en Ciencias Sociales y Docente-Investigador, Universidad de Buenos Aires.
Publicaciones: El pasado en el presente. Desplazamientos, cine y literatura, Bs. As.,
Prometeo Editorial, (en prensa), prodriguezmarino@yahoo.com, 54-11-4961-9965.
Marcelo T. de Alvear 2974, 2° “H”- C.P.: 1122, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
Argentina.
2
Keywords: exile- Argentine History- culture- politics.
1. Variaciones sobre exilio y exiliados
Se ha señalado al exilio que, como imposición de un castigo, es anterior a la
constitución de un estado-nación y por lo tanto, precede a la formación de una identidad
nacional y a la posterior condición de ciudadanía (Dufoix, 1996). Esto implica
reconocer que el problema del exilio mantiene una relación tensa con la noción de
identidad nacional (Kaminsky, 1999; Bhabha, 2000). Por su parte, Bhabha– siguiendo a
Hobsbawn- señala que la historia del siglo XIX es la historia del “exilio migrante” en el
que se ubican las posiciones del paisaje intermedio [“in-between]”, propias de nuestros
tiempos (op.cit., p.175-6). En el caso de Shain (1989, p. 4) al considerar que el exilio es
anterior a la formación del Estado-nación afirma que es productor de la nación al
trasladar la lealtad política por fuera de los bordes geográficos hacia una lealtad
nacional. Kaminsky – siguiendo a Shain (1989)- resalta que el exilio es productor de
una identidad nacional antes que de una nación (op.cit., p.23; 154).
Una primera figura del exiliado se desprende de la superposición del exilio como
condición (estar exiliado) y como identidad (ser un exiliado). La otra figura es la del
militante en el exterior, forma del exilio como condición y no como identidad. Una
hipótesis es que, precisamente, ésta será desplazada por la figura del intelectual en el
exilio, una forma de representación2 del exilio como identidad, antes de que en la
Argentina se planteen las posibilidades institucionales del regreso. Otra de nuestras
hipótesis es que esta superposición (entre la condición y la identidad del exiliado) es
sintomática del reemplazo de las identidades culturales por las políticas (Masiello, 2001,
p. 27). La noción de representación en el discurso está vinculada a la noción de
representación política y el reemplazo al que hicimos referencia se inscribe en la
retirada de las identidades políticas. Suponemos que estas identidades son producto de
procesos de subjetivación (Rancière, 1996, p. 52) y que la creación de sujetos políticos
depende de la identificación / desidentificación con otros actores del litigio político. El
correlato de esta discusión es, por un lado, con las figuras del “intelectual
comprometido” y del “militante” y por otro, el debate entre el reclamo de la “autonomía
del arte” y el derrumbe de esa autonomía.
En relación a la distinción entre tipos de exilios subsiste una zona ambigua entre el
exilio como condición y el exilio como identidad. Juan José Saer en 1980 para referirse
al exilio argentino durante la última dictadura, señala tres tipos de exilio: el “exilio
circunstancial” que es el de
(…) muchos hombres o grupos de hombres que, por no compartir las ideas
de los gobiernos que mandan en sus respectivos países se ven obligados,
para defender su vida o su dignidad, a vivir en el extranjero ( ….)
El segundo tipo de exilio, según este escritor es el “exilio estructural”:
2 El concepto de representación, de la que se desprende el concepto de figura, supone la presentación de
temas y la relación privilegiada con un referente. Pertenece al orden simbólico mientras que el concepto de
figuración supone una forma de inscripción de los aspectos del orden imaginario en el discurso.
3
(…) es nuestro destino de hombres de la sociedad alienada. Este tiene un
carácter casi invariable que requiere un (…) cambio estructural profundo,
irreversible y total- no un mero cambio de gobierno.
Parece a-histórico y más allá de las geografías “Ese exilio nos acompaña donde quiera
que estemos, aún en nuestra patria (…)”. La tercera categoría es la del “exilio
ontológico”, en opinión de Saer, también equivale a un cierto tipo de destierro porque
es
(…) constitutivo del hombre, en quien la certidumbre confusa, y difícil de
probar, de no estar reducido a la pura materialidad, lo hace girar en
círculo y a ciegas, sin poder modificar su condición, del nacimiento a la
muerte. Estamos hechos de esa encrucijada de destierros (citado en
Gramuglio, 1981, p. 16).
1.2. Exilio como condición y exilio como identidad
El “exilio circunstancial” es lo que designamos exilio como “condición” y el “exilio
estructural”, en parte, se refiere al exilio como “identidad”, una representación
anquilosada de la misma. Entendemos, por el contrario, que la identidad es parte de un
proceso continuo, se trata de “posiciones de sujeto” en las cuales las identidades son
posiciones estratégicas. La identidad es entonces el punto de sutura entre los procesos
de subjetivación – por el que somos hablados por la ideología en general- y los
discursos y prácticas que nos interpelan como sujetos particulares – la ideología en
particular. Todas las nociones de exilio suponen la identificación con posiciones de
sujeto. El desplazamiento forzado por razones políticas -compelido y a veces inevitableno
puede reivindicarse en tanto “exilio ontológico” (Cf. Said, 2001, p. 174; Saer op.cit.).
En una de las versiones más usuales en la literatura académica y en la ficción literaria y
cinematográfica una de las marcas más notorias que encontramos es la identificación del
exilio de la última dictadura con la “generación del „37”. En esta interpretación se
legitima el sentido político estricto del término, definido por la imposibilidad de
retornar porque el regreso supone colocar en riesgo la vida (Jensen, 1998; Ponty, 1996,
Shain, 1988). También, el vínculo con la denominada generación del ‟37, nos remite al
“proscripto”, al “perseguido político” y al “desterrado”, la pena impuesta por la ruptura
de la ley burguesa o por la traición. Esta interpretación del exilio, frecuente en medios
de comunicación corre el riesgo de ser una definición de la identidad nacional antes que
una condición vinculada a una coyuntura política específica. La literatura ficcional, a
veces, y la periodística y/o de non fiction- así como la prensa masiva y buena parte de la
literatura académica- con frecuencia establece una genealogía del exilio en la cual
remite a Ulises, a Ovidio, a Dante Alighieri, a Vladimir Nabokov o a Joseph Conrad.
Una larga tradición ata a los argentinos al tema del exilio. Una genealogía semejante es
aquella que iguala emigraciones electivas o por motivos no políticos, exilios políticos y
ostracismo. Este último era una de las “técnicas represivas” primigenias “utilizadas
contra enemigos políticos” (Parcero, Helfgot y Dulce, 1985, p. 1). Y según los autores
“la condena al ostracismo se remonta a los orígenes mismos de la historia universal”
(Idem). Al inscribir al exiliado entre las prácticas represivas universalizadas queda
pendiente qué características y qué procesos de subjetivación corresponden al exilio
argentino a partir de 1975 y 1976.
4
1.2.1. Exilio como condición: militantes y/o intelectuales
Sigal divide a la política y a la cultura como característica de los años ‟60, Gilman
resalta un encuentro tenso, al menos, hasta el rechazo del realismo socialista por parte
de los artistas cubanos. Sigal describe la posición de los intelectuales de la segunda
mitad de los años ‟60 a través del enunciado “todo es política” (1991, p. 196). En
cambio, Gilman (2003, p. 147; p. 379) señala que la coincidencia entre vanguardia
estética y política es síntoma de la concepción del compromiso a mediados de esa
década. No sería el divorcio entre la autonomía del intelectual y la esfera de la política.
El exilio como condición es el de los militantes en el exilio, el desplazamiento depende
de la coyuntura política y no de la estructura del campo de la cultura. La figura que se
erige como posición subjetiva no es ya del intelectual comprometido sino la del
intelectual revolucionario, nosotros preferimos la designación “militante” para remarcar
esa transformación. Este tratamiento explicita bien sea una oposición (Sigal) o una
interpenetración (Gilman) entre el campo de la cultura y el campo de la política. El
campo intelectual –parte asimismo del cultural- en la dictadura y en la posdictadura en
la Argentina implica un debate y una guerra de posiciones entre la política (el militante)
y la cultura (el intelectual), aun cuando el intelectual suponga la intervención en asuntos
públicos y en algunos casos la adopción del ideal sartreano del compromiso o, ya en
democracia, el modelo ético del “intelectual responsable” (de Diego, 2003, p. 229).
1.3. Identidad exiliada y exilio de la cultura autoritaria
La noción de la “identidad exiliada” está asociada a la interpretación de la literatura
como modelo para la explicación de la política. La literatura argentina, desde esta
perspectiva, está ligada al exilio y a la violencia política si tomamos como textos
fundantes al Facundo de Sarmiento y a El matadero de Esteban Echeverría y a esta
genealogía se incorpora también el Martín Fierro de José Hernández (Cf. Piglia,1998;
Arfuch 2002). Echeverría, ejemplo clásico de este exilio, erigido es considerado como
un personaje histórico casi ficcional. El exilio de figuras públicas a través de historia
narrativa (ficcional o no) interpenetran la narración de la identidad personal y de la
identidad nacional, lo individual y lo colectivo (Idem).
Una segunda interpretación, es la que considera a los diferentes exilios argentinos
producto del autoritarismo (O‟ Donnel, 1997). En este caso el ideologema es la cultura
política autoritaria y también, los quiebres institucionales, en particular desde 1930. Esta
genealogía incluye al exilio rosista (Halperín Donghi, 1987), al del primer gobierno
peronista, al exilio del gobierno de Onganía y también al exilio del golpe de Estado de
1976 (Yankelevich, 1999; 2001).
Una tercera interpretación, en conexión con las anteriores, es la que considera al exilio
político a partir de 1976 como una consecuencia de la represión hacia el oponente
político y de otras violaciones a los Derechos Humanos (Jensen, 1998). Esta versión
supone una noción de ciudadanía igualitaria, con plenitud de derechos políticos y
civiles, aquí la concepción de democracia es una de las significaciones ideológicas
cristalizadas.
1.3.1. Transterrados y refugiados en los márgenes
Otra interpretación, ligada al exilio como identidad es la que utiliza el término
“transtierro” (Ortíz, 1978 citado en Rama, 1983, p. 32). El transtierro es una zona de
5
pasaje de una cultura a otra, que implica una pérdida necesaria de la cultura que se ha
dejado, producto del desarraigo, y supone nuevas formas creativas, así como elementos
de la “cultura originaria”. Esta perspectiva presenta algunas dificultades: la suposición
del enraizamiento de las formaciones culturales semejantes a las del espíritu, la
presencia de una cultura local precisa e identificable y la oposición de una
“cosmovisión” – una formación cultural y espiritual originaria- contra la
“desculturación” del transtierro (Rama, 1983, p. 55).
El exilio como identidad recurre a la noción de alteridad al designar una “literatura de
refugiados” (Nabokov, Pound, Beckett) y el exilio de la lengua (Steiner, 1973). En estas
posiciones de sujeto la nostalgia y la sensación de pérdida son parte de los motivos
figurados de su producción cultural y en la llamada “era del refugiado” – al decir de
Steiner- el intelectual es la figura clave. A partir de lo anterior, la noción del escritor
como exiliado, visto como un tipo de intelectual, se asocia a la afirmación “toda la
literatura argentina del siglo XX ha sido escrita por exiliados” (Saer citado en
Lorenzano, 2001: 169). También lo había señalado ya Ricardo Rojas en Historia de la
literatura argentina y al nominar a los que “inician nuestra literatura posrevolucionaria”
(de Diego, 2003, p. 153) como “los proscriptos”.
La idea del exilio como identidad sigue a las interpretaciones del siglo XX sobre la
figura de Odiseo- como sujeto mítico- y se constituye en el tropo occidental de la
condición marginal de ciudadanía moderna. Esta aproximación al exilio supone la
exclusión de la cultura, luego de la caída de la autonomía de la esfera cultural. En
cambio, el exilio como condición está asociado a la primacía de la política.
1.4. Traidores y prófugos
Si el exilio es una experiencia constante en la historia argentina desde el siglo XIX y del
XX es, al mismo tiempo, clave de lectura3: sea por el reconocimiento de la constitución
identitaria nacional en sentido excéntrico, o bien, como el síntoma de los fracasos de los
proyectos políticos del siglo XIX. En la primera interpretación el tiempo del exilio
argentino es fragmentario y discontinuo (Kaminsky, 1999). En la segunda
interpretación, el presente es continuación y repetición del pasado porque la identidad
nacional es una constante. En la tercera concepción, el exilio como consecuencia del
golpe de Estado, el tiempo es suspensión del presente (Jensen, 1998; 2003). El exilio
político comparte la temporalización de la geografía con otros desplazamientos (Bajtín,
1990, p. 234). No obstante, creemos que si el exilio político es un tipo particular de
desplazamiento forzado el presente puede ser el signo de una pérdida no solo del pasado
sino del futuro.
Las interpretaciones de la historia argentina reciente en la escena cultural fijan el
momento y los motivos de la partida según su posición sobre el exilio4. La primera
vertiente pone su acento en el exilio en relación al quiebre institucional en 1976 (el
quiebre institucional sería la causa principal del exilio) y la segunda en la represión de
la radicalización política y de las luchas sociales sostenidas entre 1969 y 1974 (el
repliegue de estas luchas lleva al exilio en ese año, en 1971 y en 1973). La tercera
3Una vertiente diferente es la literatura académica argentina que asocia el exilio a la “fuga de cerebros” y a la
emigración profesional.
4Otra posición es la que señala la imposibilidad de ubicar el momento histórico de la partida o de armar una
genealogía del exilio.
6
variante es la que reconoce al exilio como producto de la acción del lopezrreguismo y
de la violencia paramilitar de la Triple A, a partir de 1974-5 (Garzón Valdés, 1982, p.
190-1). La renuncia de Cámpora en 1973 aparece como motivadora del exilio por la
crisis institucional y la violencia paramilitar. Otra interpretación es la que considera que
hacia 1978 las partidas mayoritarias son las de los migrantes económicos porque los
militantes perseguidos se encontraban ya en el exilio, presos o habían sido
desaparecidos. La ubicación del período o el año de la partida revela la concepción del
exilio y los perfiles del exiliado (opositor político, perseguido, militante, disconforme)5.
La indistinción entre “enemigo” y “traidor” se revela, también como parte del
enmascaramiento del conflicto político y de la lucha social. Creemos que esta
configuración de los exiliados (“enemigos internos” y “traidores”) reaparece en
dicotomía “entre los que se van” y “los que se quedan” que dominó los debates sobre el
exilio en la escena pública. Las emigraciones económicas en tres momentos diferentes
vuelven a colocar en escena la figura “del que se va” (Jensen, 1998; 2003): en especial
el año 1978, en el último tramo del primer gobierno democrático) y a comienzos y fines
del segundo gobierno democrático. En esos períodos los exiliados políticos no dejaban
de estar presentes en la discusión sobre la emigración, como referencia, a veces
legítima, y en otras, como presencia ominosa. La figura del “que se va” restablece las
dicotomías e indistinciones entre el desplazamiento por decisión y el exilio que ya
habían estado presentes desde 1975 y 1976.
Lo anterior no significa que estas figuraciones hayan sido modificadas radicalmente. Se
representó al exilio como “huida” y “fuga” (Cfr. Jensen, 2003, p. 68) destacando que
implica una salida compelida frente a un peligro (“huida”) o un escape por alguna
acción merecedora de culpa o castigo (“fuga”). Este desplazamiento semántico se
entronca en las definiciones sobre el exilio durante la llamada “campaña antiargentina”,
los exiliados fueron como “culpables”, los “apátridas”, los “terroristas”, “violadores de
los Derechos Humanos”, “marxistas”, “subversivos” y “traidores”. Los adjetivos
recubren la figura del prófugo y del desertor borrándose la categoría de opositor. El
exilio en tanto alejamiento se asoció al sentimiento de culpa y al de derrota (Lamónaca
y Viñar, 1990, p. 89-90) pero debemos concebirlos como decepción e impotencia o
derrota. Decepción es el humor rarificado que recubre la sensación de un futuro que no
está en ninguna parte, el más allá de la desesperanza. Entonces, desaparece la nostalgia
porque incluye un hogar o patria y la posibilidad de volver al pasado en el futuro.
da
Consideraciones finales
5Brocato reconoce tipologías y hasta jerarquías de exiliados: los “deportados-desterrados”
que están atados al Art.23 de la Constitución de la Nación Argentina dispone que en
situación de estado de sitio el presidente de la Nación puede conceder a los detenidos la
“opción” o el derecho a salir del país pero forma temporal. Para esto el preso debía obtener
refugio o asilo. En realidad, se utilizó este derecho durante la dictadura para forzar al exilio
a los militantes prisioneros y sin la posibilidad de retorno hasta 1986 cuando se
“sobreseyeron” las causas penales. Se conoció como “salida forzada u “opción a salir del
país. Al mismo tiempo, Brocato considera – siguiendo casi a Ricardo Rojas- que los
“proscriptos” son los que salen del país frente a la represión. A esta última noción
pertenecieron la mayoría de los argentinos en el exterior (1986, p. 74; Jensen, 2003, p.14).
7
Una de las formas de apropiarse del exilio es la representación de “argentinos en el
exterior”, denominación genérica que ampara diferentes tipos de desplazamientos y
ocluye la violencia inscripta en el origen de este desplazamiento forzado. La lectura del
exilio como una de las consecuencias de la represión todavía no logró hegemonizar las
disputas por el sentido que se manifiesta una perpetua tensión entre preconizar la
especificidad del exilio y generalizarlo reprimiendo su contundencia y complejidad.
El exilio convertido en sí mismo en problema se presenta a lo largo de estas últimas
décadas como un espacio de la lucha por la nominación, revelando, de esta forma, la
legitimación interpretaciones que sostienen representaciones y figuras que son
dicotómicas pero que, invariablemente, culpabilizan. Lo que comparten estas
interpretaciones y lecturas es la suposición de que es posible el decir sin alegorías,
metáforas y metonimias o la reducción de un proceso social y político una figura
retórica como si ésta no estuviese también cargada de
Bibliografía citada:
ARFUCH, Leonor. El espacio autobiográfico. Dilemas de la subjetividad. Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica, 2002.
BAJTÍN, Mijail. Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI, 1990.
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DUFOIX, Stéphane. Conditions juridiques et politiques de l‟exil d‟après-guerre en
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JENSEN, Silvina. Marcas del exilio en el imaginario argentino: para una historia de la
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8
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229-248.

lunes, 1 de octubre de 2012

El pasado en el presente : desplazamientos, cine y literatura

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Libros de Argentina
El pasado en el presente : desplazamientos, cine y literatura
Paula Rodríguez Marino

ISBN: 978-987-574-299-4
editorial: Prometeo Libros
categoría: Antropologia
año de edición: 1/2009
idioma: Español
palabras clave: Sociología de la Cultura
características: Formato: 21 x 15; Páginas: 176;Soporte: Libro; Encuadernación: Rústica (Paperback / softback);

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Los días de junio de Alberto Fisherman

sábado, 29 de septiembre de 2012

La lógica de la presencia-ausencia: estrategia de representación del exilio


VII Jornadas de Sociología de la UNLP
“Argentina en el escenario latinoamericano actual: debates desde las Ciencias Sociales”
La Plata, 5, 6 y 7 de diciembre de 2012.
Resumen

Mesa N° 38: El ojo interminable. Reflexiones sobre la imagen

Nombre: Paula Rodríguez Marino

Institución: Universidad Nacional de Río Negro

Correo electrónico: prmarino@unrn.edu.ar / paulamarino@gmail.com

Título: La lógica de la presencia-ausencia: estrategia de representación del exilio

Resumen
Analizaremos cómo los exiliados argentinos se insertan en la narración en un proceso histórico y también a cómo la historia argentina puede estar en el espacio del cuadro o fuera de campo en Volver, Los días de junio, Tangos. El exilio de Gardel, Reflexiones de un salvaje y Sentimientos. Mirta de Liniers a Estambul. Plantearemos la constitución de la lógica de la presencia-ausencia porque creemos que resume parte de la construcción cinematográfica del exiliado como una presencia corporal que vuelve inevitable la confrontación con distintas formas de la ausencia. Analizaremos la figura del doble, lo ominoso y la presencia de figuras fantasmáticas dentro y fuera del cuadro, así como, el uso de flash-back y del flash-forward. Estos son algunos de los recursos para la representar al exiliado a partir de 1978.
Las figuras fantasmáticas y los dobles pueden ser parte de las estrategias para demostrar la fragmentación, la inestabilidad y la partición que el exilio supone, creemos que la figura del exiliado en los filmes analizados es articuladora de la lógica de la presencia- ausencia porque organiza un debate sobre los criterios legítimos de la representación de las experiencias límite.
El presente trabajo forma parte de la tesis doctoral defendida en febero 2012 en la Universidad de Buenos Aires.